En enero de este año, mientras algunos celebraban y otros lamentaban la toma de posesión de un nuevo presidente, algunos líderes de nuestra Iglesia en Roma publicaron otra entrega en la conversación sobre la Inteligencia Artificial y la Inteligencia Humana. ¿Qué, que? ¿También se te paso?
Antiqua et Nova, Antiguo y Nuevo es un esfuerzo conjunto producido por dos departamentos de la Curia, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación. El documento, al que los escritores se refieren como una "nota", es un ensayo de 30 páginas que explora el tema desde varios ángulos, desde los fundamentos antropológicos de la inteligencia humana, que es de origen divino, hasta las implicaciones éticas de las máquinas que aprenden.
“La Iglesia... en un papel activo al interno del debate general sobre estos temas, exhorta a cuantos tienen el encargo de transmitir la fe (padres, enseñantes, pastores y obispos) a dedicarse con cuidado y atención a esta cuestión urgente,” dicen ellos. Expresan su deseo que el mensaje llegue a todos que comparten el deseo, de que cualquier desarrollo tecnológico esté al servicio de la persona y del bien común. (AN #5)
Uno de los temas que surge en el ensayo es el impacto potencial de la IA en las relaciones humanas. "Al igual que otras herramientas tecnológicas, la IA tiene el potencial de fomentar las conexiones dentro de la familia humana". Ejemplos de esto son las herramientas de comunicación impulsadas por IA que pueden ayudar a las familias a mantenerse conectadas; los asistentes impulsados por IA que pueden ayudar a las personas mayores de edad con recordatorios; y las tareas domésticas que se pueden administrar con sistemas domésticos "inteligentes".
"Sin embargo, también podría obstaculizar un verdadero encuentro con la realidad y, en difinitiva, llevar a las personas a una 'profunda y melancólica insatisfacción con las relaciones interpersonales, o a un dañino aislamiento'", dicen los escritores. En otras palabras, la IA tiene el potencial de sumir a la humanidad en una profunda depresión y una soledad desesperada. (AN #58)
Esos sentimientos de soledad y aislamiento han llevado a muchas personas a recurrir a aplicaciones de IA y chat-bots en busca de relaciones o compañía. "Sin embargo, mientras que los seres humanos están destinados a experimentar relaciones auténticas, la IA solo puede simularlas", dicen los autores de Antiqua et Nova. "Las relaciones con los demás son una parte integral de cómo una persona crece para convertirse en quien está destinada a ser", dicen. (AN #63)
La misma cosa a la que aluden los autores de la “nota” ya está sucediendo. Todos lo hemos visto. Familias aparentemente en una noche de fiesta en un restaurante, sentadas en sus mesas, mirando dispositivos en lugar de interactuar entre sí. ¿Qué lleva a las esposas a pasar largas horas desplazándose por las redes sociales mientras los esposos pasan de un juego a otro en sus teléfonos? Ciertamente no es un espíritu caritativo que busca el bien de la persona amada. Lo más probable es que sea un espíritu maligno que busca dividir y destruir. ¿Egoísmo, pereza, gula? ¿Veremos en el ministerio matrimonial más y más casos de infidelidad con "amigos" de IA? ¿Serán nuestros adolescentes arrastrados a más profundos y oscuros lugares en busca de amistad?
Los Padres del Concilio Vaticano II afirmaron sabiamente en Gaudium et Spes : Alegría y Esperanza, (Constitución Pastoral de la Iglesia en el Mundo Contemporáneo, 1965): "Por su naturaleza más íntima, el hombre es un ser social; y si no entra en relación con los demás, no puede vivir ni desarrollar sus dones". ¿Es una tecnología que lleva cada vez más a las personas a desconectarse del mundo real, de las personas reales, de los problemas reales, de la belleza real y la alegría real, una tecnología que conduce al florecimiento humano? Seamos realistas. Cuanto más elaborada y "realista" se vuelva la tecnología, más nos sentiremos tentados a hacer de ella un ídolo. Nuestra misión principal como católicos y cristianos de amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como nosotros mismos está en peligro si no aprendemos la disciplina necesaria para utilizar esta herramienta para el bien.
La Inteligencia Artificial crea otro desafío, "dado que la IA puede imitar efectivamente los productos de la inteligencia humana, la capacidad de saber cuándo uno está interactuando con un humano o una máquina ya no puede darse por sentado", enfatizaron los escritores de la nota. “La antropomorfización de la IA plantea problemas particulares para el crecimiento de los niños, que pueden sentirse alentados a desarrollar patrones de interacción que entienden las relaciones humanas de forma utilitaria, como es el caso de los chatbots,” continúan los escritores. (AN #60)
"Las relaciones genuinas, enraizadas en la empatía y en un firme compromiso con el bien del otro, son esenciales e insustituibles para favorecer el pleno desarrollo de la persona humana", afirman. Otro impacto perjudicial para los niños y los adultos es que una dependencia cada vez mayor de la IA conducirá a una disminución de la capacidad de las personas para desarrollar habilidades de pensamiento crítico.
En fin, nuestra relación con Dios, o la falta de ella, determinará cómo será nuestra interacción con esta nueva tecnología. Una creación de IA, o chat bot, por muy realista que parezca, nunca tendrá sentimientos, nunca tendrá empatía y nunca tendrá alma. Solo los seres humanos pueden tener una relación con Dios, nuestro Creador. La IA siempre y para siempre solo podrá tener interacciones con nosotros, y nunca con Dios.
Mientras nunca apostaría el rancho que un genio adolecente de las matemáticas le ganaría a la IA para resolver un problema de cálculo, la IA nunca logrará replicar la riqueza del amor humano, los verdaderos lazos de amistad y las dimensiones morales y espirituales de la vida, que puede lograr el joven genio.
Si desea leer la “nota” Antiqua et Nova visiten el sitio en la red del Vaticano aqui.
Antiqua et nova - Nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana (28 de enero de 2025)