El mes pasado, en nuestro hogar, experimenté la alegría y la tristeza de llevar a nuestra cuarta hija y la menor, Trinidad, a la universidad. Fue, como me advirtieron padres mayores y más sabios. Fue una experiencia agridulce.
Sin duda, es un orgullo y alegría ver a nuestros bebés, una vez indefensos, crecer y convertirse en sus propias personas y comenzar a dar los pasos necesarios para independizarse. La universidad les da a estos “adultos emergentes” la oportunidad de retrasar brevemente las responsabilidades de los adultos mientras reciben una educación y aprenden una profesión. Este también puede ser un período importante para que se apropien de su fe y se acerquen más a Dios. Al menos eso es por lo que rezo. La universidad no es la única forma de preparar a los jóvenes para ser independientes. Una mujer que conocí hace unos 12 años compartió lo que estaba haciendo ella para ayudar a su hija después de la escuela secundaria. Como la joven no quería ir a la universidad, esta madre estaba ayudando a su hija a pulir su currículum, encontrar un trabajo y un lugar asequible para vivir. Claramente, esta madre tenía una fuerte aversión a los flojos que se estacionan en frente de la tele y constantemente asaltan al refrigerador. Otras familias que hemos conocido han ayudado a sus jóvenes adultos guiándolos hacia programas de aprendizaje en los oficios o el servicio militar. El llegar a ser financieramente autosuficientes es algo que tanto los jóvenes adultos como sus padres quieren, pero es algo que está resultando más difícil de lograr hoy en día. Algunas personas describen el rechazo o la incapacidad de los jóvenes adultos a ser autosuficientes como "fracaso de lanzamiento" o “una falla en independizarse”. Durante años esto se ha visto como un problema que afecta principalmente a los hombres, pero parece que, por defecto, también está afectando a un gran porcentaje de mujeres también. Mientras que, en la cultura Hispana, es común que los hijos se quedan en casa por más tiempo, la expectativa es que también salen del nido, tarde o temprano. Según la Encuesta de Población Actual de la Oficina del Censo de EE. UU., en 2023, el 58,2% de los hombres (18-24) aún vivían con sus padres. El número de mujeres en el mismo grupo de edad es del 54,6%. En 1960, el 52,4 % de los hombres y el 34,9 % de las mujeres de estas edades seguían viviendo con sus padres. Quizás los números más llamativos se pueden encontrar en el grupo demográfico de 25 a 34 años de edad. En 2023, casi el 20% de los hombres seguían viviendo con sus padres, frente al 12.3% de las mujeres. En 1960, cuando la tasa de matrimonio de las personas mayores de 18 años era del 72%, solo el 10,9% de los hombres y el 7.4% de las mujeres seguían viviendo en casa. Claramente, la mayoría de la multitud de 18+ estaban solos y formando sus propias familias y no necesitaban vivir con sus padres. Los psicólogos han desarrollado para sí mismos una impresionante lista de posibles causas de este "síndrome" de la falta de independizarse entre los jóvenes adultos, desde la depresión y la ansiedad social, hasta los mismos padres que los malcrían . Los economistas, por su lado, culpan a las condiciones desfavorables económicas. Seguramente estos factores tienen un papel, pero parecen ser más síntomas que la causa real. Desde una perspectiva católica, su hijo de 30 años estacionado en el sofá "jugando en-linea" con polvo de Cheetos en su barba probablemente esté teniendo una crisis de identidad. Una crisis de identidad enraizada en una crisis espiritual. El escritor John Clark, del Centro Magis, arrojó luz sobre el tema en su artículo "La renuencia de los niños a convertirse en hombres (magiscenter.com). En él, Clark señala la desesperación y el nihilismo que abundan en nuestra cultura y los efectos perjudiciales que esto está teniendo en los jóvenes. "El propósito final del hombre es alcanzar el cielo a través de la fe, la gracia y la virtud, pero la sociedad niega y se burla cada vez más de esta noción... El nihilismo es lo que la sociedad ofrece a sus jóvenes", escribe Clark. Está claro que desde hace décadas, los hombres jóvenes han sido despojados lentamente de su identidad masculina inherente como hijos amados de Dios. Donde quiera que uno ve, los ataques a los hombres son fuertes e implacables. Los jóvenes están siendo atacados por mensajes diabólicos de les convence que no tienen valor y que no son dignos de ser amados. La belleza y la dignidad del hombre provienen de haber sido moldeado de manera única por la mano de nuestro Dios Creador, reclamado para Dios por el Santo Bautismo y redimido por la obra salvífica de Jesús en la Cruz. Los hombres tienen a Jesús mismo a quien acudir en busca de la fuerza que necesitan para reclamar su dignidad. Recuerden quien son, hermanos míos, y de quien son. Las mujeres jóvenes han sido despojadas lentamente de su identidad femenina inherente como hijas amadas de Dios. El mensaje a las mujeres de nuestra cultura super-sexualizada es que las mujeres solo son objetos para el placer sexual. El mensaje diabólico que escuchan las mujeres es que el matrimonio y la maternidad son la esclavitud. Las mujeres son hermosas y singularmente creadas por Dios, son reclamadas para Dios por el Santo Bautismo y redimidas por el regalo sacrificial de Jesús en la Cruz. Recuerden quienes son hermanas mías, y recuerden de quién son. La falla en independizarse que los jóvenes adultos están experimentando, es una condición espiritual y sólo los remedios espirituales la curarán. Es imperativo animar a nuestros jóvenes adultos a aferrarse a su fe o a recuperarla. Jóvenes adultos, pueden hacer esto abrazando su Bautismo, rezando regularmente oraciones de liberación, el Santo Rosario, las bendiciones, la Confesión, la Misa, y la Sagrada Comunión frecuente y los sacramentales, son las poderosas medicinas para abordar este problema. Hasta ahora, nuestras hijas mayores están encontrando su camino y esperamos que a nuestra hija menor también le vaya bien después de sus años universitarios. Al regresar del viaje a la universidad antes mencionada, mi esposo comentó lo extraño que se sentía no tener que hacer las cosas habituales de regreso a la escuela. Un hito para nosotros... después de 25 años de escuela K-12, no hay formularios de regreso a la escuela que llenar y no más recaudaciones de fondos escolares. ¡Gracias a Dios!